Por: Domingo Martínez Mateo
Puntualizando que el delito, no es tumoral, epidémico o una pandemia, es por así decirlo, un verdadero trauma social, ya sea de carácter interpersonal o de la comunidad, es un germen que radica única y exclusivamente en el seno social y por ende; debe ser enfrentado y resuelto por ella misma.
Si pretendemos, que responsabilizando al estado, país, fiscales, jueces, policías, políticos, demás involucrados en la seguridad nacional y preventiva estatal, aumentando las penas o reformando el sistema penitenciario dominicano. En lo absoluto esta última no es mala, pero mayormente eludimos nuestra responsabilidad como ente multiplicador socialmente en acciones positivas, porque se nos hace más fácil culpar a otros. Hay que trabajar de forma integrada la prevención primaria, secundaria y terciaria, donde la primera debe ser la de mayor foco de atención.
Todos tenemos nuestra cuota social, es bueno también apuntalar que el problema no radica en imponer penas severas para cada delito, sino mejores condiciones para cada persona, se comenten hechos, pero se juzgan personas, es bueno recordar que la enfermedad no está en la sábana, es mejor fortalecer nuestro sistema inmune, llámese sociedad, para ir enfrentando posibles brotes virales (delitos), con mejores oportunidades y menos exclusión social.
En ese tenor, no estaríamos hablando única y exclusivamente de estadísticas cuantitativas, sino también cualitativas, pues la primera es enfocada solo en números, en tanto que esta última en la persona, porque las penas, solo tienen carácter sancionador, pero no es el trasfondo o el meollo del asunto.
Por eso, la criminología como ciencia empírica e interdisciplinaria, hasta nuestros días sigue virgen, por la falta de praxis, vemos anteriormente, que los seguidores de la criminología tradicionalista estudiaban más al infractor que el delito, por eso en otrora dio poco resultado.
Por lo que actualmente estos hechos delictivos suscitados constantemente en las sociedades, como en la nuestra, se hace imperioso que se pueda recobrar la importancia de esta ciencia en la prevención delictiva.
Es tanto así, que ya se habla de criminología clínica, neurocriminología, temas de relevancia internacional, muy bien tratado el primero por un especialista en la materia de origen mexicano, Luis Rodríguez Manzanera y Luis Maya-Albiol, catedrático español, quienes científicamente explican esa temática y trazan las pautas de cómo pueden ser prevenidos los diferentes hechos delictivos que podrían suceder desde educar en empatía y promover el modelo biopsicosocial, porque si pretendemos que aislando a los infractores o exterminándolos de la sociedad, conseguiremos disminuir o resolver el problema de la criminalidad, estaríamos como un barco sin rumbo fijo.
Hay que accionar trabajando los problemas delictivos desde un plano infractor, infractora, victimario, victimaria, delito, victima, agraviado o agraviada, o como se les quiera llamar, lo importante es obtener un mejor control social y por consiguiente; una mejor prevención delictiva desde una perspectiva criminológica.
Más que hablar de política criminal, es tratar el tema de política criminológica, la primera es meramente tradicionalista y ésta última es científicamente observable, demostrable y comprobable, con el auxilio de las demás ciencias sociales y disciplinas técnicas, tales como, criminólogos, expertos penitenciarios, antropólogos, abogados, sociólogos, psicólogos clínico (preferiblemente especialistas en neuropsicología, psicología criminal, psicología forense), médicos especialistas en psiquiatría, neurología, endocrinología, biología, bioquímica, traumatología, bioanálisis, radiología, farmacología, experto en musicoterapia, especialista en seguridad, trabajadores sociales, estadistas y cartógrafos, analistas, ingenieros en sistema y-o Software), asesores en metodología de la investigación y diseño de proyectos, economistas, entre otros afines, los cuales deben estar en constantes formación y capacitación en instituciones nacionales e internacionales afines a su profesión y respecto a su función, porque los asuntos criminógenos entre otras, porque los asuntos criminógenos hay que trabajarlos de manera integral y es también competencia de salud pública, como bien lo expresó la Organización Mundial de la salud en su planificación 2012-2020.
Esto puede ser posible que todos y todas aunemos esfuerzos para su éxito, recordando que no podríamos cambiar el mundo, pero si podemos ser parte, solo es voltear la cara de la moneda y concluyo el presente artículo diciendo: No es una pena para cada delito, sino mejores condiciones, para cada persona, como decía Von Liszt: “La mejor política criminal es una buena política social”.
Polímata y divulgador científico dominicano
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