SANTO DOMINGO.- Las redes sociales han revolucionado completamente la forma en la que nos comunicamos. Sin embargo, también han acabado convirtiéndose en una herramienta de control y propaganda por parte de grupos insurgentes y extremistas.
El último ejemplo tuvo lugar el pasado domingo, cuando tropas talibanes – después de dos semanas tomando posiciones a lo largo y ancho de Afganistán- hicieron entrada en su capital, la ciudad de Kabul. Con el fin de controlar la situación, e informar a la población sobre lo que estaba por venir, los extremistas recurrieron a la aplicación de mensajería WhatsApp; esa que, a estas alturas, emplean más de 2.000 millones de personas en todo el mundo. «Estamos a cargo de la seguridad de Kabul», explicaban en los chats, según comparte ‘ The Washington Post’. «El Emirato Islámico les asegura que nadie debe entrar en pánico o sentir miedo», se podía leer en otro.
Mientras estos mensajes llegaban a los teléfonos de los ciudadanos, líderes talibanes como Mohamed Naeem, portavoz de la oficina política del Emirato Árabe de Afganistán, hacía uso de Twitter -donde cuenta con más de 204.000 seguidores- para tranquilizar al mundo. O, al menos, intentarlo. «Aseguramos a todas las embajadas, misiones diplomáticas, instituciones y ciudadanos extranjeros residentes en Kabul que no corren ningún peligro. Todos en Kabul deben tener total confianza, y las fuerzas del Emirato Islámico tienen la tarea de mantener la seguridad en Kabul y otras ciudades del país», se puede leer en un mensaje publicado el mismo día en el que se produjo la toma.
Durante las últimas horas, el portavoz ha seguido publicando tuits sobre la situación en el país. En el más reciente, se ve a un líder talibán dirigiéndose, supuestamente, al personal médico de un hospital «incluidas las mujeres», como destaca Naeem en el mensaje. Lo mismo han estado haciendo otros portavoces del grupo, como Suhail Shaheen, que tiene casi 350.000 seguidores en la red social, o Zabihullah Mujahid, que cuenta con más de 299.000.
En lo que se refiere a los talibanes y sus portavoces, las redes sociales se encuentran en la necesidad de ofrecer respuesta al desafío. Sin embargo, cada una está siguiendo su propio camino. En conversación con este diario, Facebook afirma que la organización islamista, que está reconocida como terrorista, según la legislación estadounidense, tiene prohibido el empleo de sus plataformas -entre las que figuran WhatsApp e Instagram- en virtud de sus políticas sobre organizaciones peligrosas. «Esto significa que eliminamos las cuentas mantenidas por los talibanes o en su nombre y prohibimos el elogio, el apoyo y la representación de ellos», dice un portavoz de la red social.
La empresa dirigida por Mark Zuckerberg también destaca que sigue «de cerca» la situación actual de Afganistán y está haciendo un esfuerzo extra para controlar el empleo que se le da a sus herramientas en la zona: «Contamos con un equipo dedicado de expertos de Afganistán, que son hablantes nativos de dari y pashto (lenguas empleadas en el país) y tienen conocimiento del contexto local, lo que nos ayuda a identificar y alertar sobre problemas emergentes en la plataforma. Nuestros equipos están siguiendo de cerca esta situación a medida que evoluciona».
Asimismo, la red social señala que «no toma decisiones sobre el gobierno reconocido en ningún país en particular, sino que respeta la autoridad de la comunidad internacional al tomar estas determinaciones»: «Independientemente de quién tenga el poder, tomaremos las medidas adecuadas contra las cuentas y el contenido que infrinja nuestras reglas». En lo que se refiere a WhatsApp, y a los canales de mensajería como Messenger, Facebook se encuentra con el problema añadido de que las conversaciones que se vierten en su interior están cifradas de extremo a extremo; lo que dificulta identificar y eliminar las cuentas de los líderes talibanes en la plataforma.
Por su parte, Twitter no ha hecho ningún movimiento destinado a limitar los mensajes propagandísticos de los portavoces talibanes. En conversación con este diario, la red social se limita a compartir que, según sus políticas, el contenido que incita al odio o la violencia está prohibido en la plataforma.
«La situación en Afganistán está evolucionando rápidamente. También estamos viendo a personas en el país que usan Twitter para buscar ayuda y asistencia. La principal prioridad de Twitter es mantener a las personas seguras y nos mantenemos alerta. Continuaremos haciendo cumplir de manera proactiva nuestras reglas y revisando el contenido que pueda violar las reglas de Twitter, específicamente las políticas contra la glorificación de la violencia, la manipulación de la plataforma y el spam», apuntan fuentes de la red social. Sin embargo, Twitter no ha respondido a las preguntas de este periódico acerca del control de la propaganda talibán. Más allá de velar por el cumplimiento de sus reglas, la plataforma no ha compartido por el momento ninguna medida concreta.
Las redes sociales, un arma más
Esta no es la primera vez, ni de lejos, que grupos insurgentes y extremistas emplean redes sociales con el objetivo de comunicarse y hacer llegar su mensaje. Su uso, por el contrario, es habitual desde hace años. Y es que, si tienes algo que compartir -si quieres convencer a alguien de tu mensaje- necesitas Internet. Ya quieras convertirte en ‘influencer’, hacer llamamientos a terceros para que se unan a tu causa o tranquilizar a las potencias internacionales. «El uso de redes sociales o canales de mensajería por parte de grupos extremistas y yihadistas ha experimentado una explosión durante los últimos años. Ya eran muy empleados por el ISIS en el pasado», explica a ABC el analista de defensa Jesús Manuel Pérez Triana.
«La inmediatez que ofrecen herramientas como Twitter tuvo un gran impacto en confictos como la Guerra de Siria», continúa el experto, que hace hincapié en el gran interés que despierta en los grupos islamistas radicales todo lo referente a innovación: «Ellos abrazan la tecnología. ISIS tenía un afán de hacer llegar su mensaje y reclutar miembros para la organización, y para ello empleaban redes sociales. Yo recuerdo encontrar grupos de Telegram donde te mostraban la vida en el califato. Lo que intentaban, además, era trasladar una imagen de normalidad. Que resultase atractivo para los musulmanes de Occidente».
El analista también destaca que, al final, las publicaciones en redes sociales de grupos como el talibán se convierten en una valiosa fuente de información para los gobiernos. En la misma línea se mueve en conversación con este periódico Borja Adsuara, jurista especializado en asuntos digitales y expresidente de Red.es: «Twitter es una fuente muy empleada por los fundamentalistas, y eso hace que se convierta en una fuente de información. Gracias a su existencia el resto de países pueden tenerlos controlados. Cerrarlas supondría quedarse ciegos sobre cierta información».