Un empleado de seguridad de un residencial de Bávaro, provincia La Altagracia, habría recibido 25 mil pesos para matar a Carolina Ureña, propinándole 31 estocadas, según informó el fiscal investigador del caso, Jorge Luis Amador.
Durante los interrogatorios, Jefri de Jesús López Domínguez habría declarado que el esposo de la joven de 22 años le pagó para que cometiera el crimen.
En tal sentido, el fiscal informó que, según el testimonio del presunto homicida y las pruebas recolectadas, todo indica que Roberto Reyes, de 54 años, es el autor intelectual del hecho, que se registró el pasado 16 de agosto.
Reyes, de nacionalidad dominicana, se encuentra detenido en la cárcel Colon del municipio Higüey, y alega inocencia.
El empleado del residencial White Sands dijo que el tenía las llaves del apartamento, al cual entró, encontrando a su víctima en la habitación.
Narró que la joven estaba de espalda y le dio una primera estocada con un cuchillo que llevó. En esas circunstancias el arma se rompe, por lo que llevó a la joven hasta la cocina donde buscó otro cuchillo.
La joven logró escapar y se escondió en una habitación, sin embargo, fue alcanzada por su verdugo, quien le infirió las demás heridas.
De acuerdo con el fiscal, Jefri de Jesús López narró los hechos de manera fría y tranquilo.
Indicó que como Ministerio Público tienen evidencias que apuntan a corroborar la versión del acusado, pues tienen videos que muestran al supuesto homicida cuando sube a ese bloque de apartamentos, así como un video cuando este sale por la parte trasera sin camisa, ensangrentado y con los dos cuchillos, uno de ellos roto, como él lo explicó durante el interrogatorio. Además, en la escena fue hallado un reloj de su propiedad que estaba ensangrentado.
El lunes se conocerá medida de coerción contra Jefri de Jesús López.
La versión del esposo
El día del homicidio el esposo de Carolina dijo que salió con su suegra por espacio de media hora, dejándole las llaves de apartamento a López Domínguez y que cuando regresó al edificio lo encontró caminando hacia la garita con su camiseta ensangrentada.
Agrega que cuando le preguntó por sus llaves, le contestó que las había dejado en el gimnasio y que iría a buscarla, pero que nunca regresó.
El hombre dijo que, inmediatamente, subió a su apartamento acompañado de otro empleado de mantenimiento y al entrar encontró a su esposa muerta en las condiciones antes citadas.