BRASIL. – Mientras en Argentina, Chile, México, Costa Rica y otros países de la región ya han empezado a vacunar a sus ciudadanos, la mayor nación de Latinoamérica, aclamada durante mucho tiempo por sus programas de desarrollo de vacunas, parece estar a al menos tres o cuatro semanas de lanzar cualquier campaña formal de inmunización contra el COVID-19.
El gobierno brasileño no ha autorizado ninguna vacuna y ha tropezado en sus intentos de comprar incluso jeringas y agujas para una campaña de inmunización que todavía no tiene no tenía fecha de inicio definitiva.
Mientras, el número de nuevos casos de coronavirus en el país batió otro récord en diciembre, con más de 70.000 contagios el 16 de diciembre.
El foco en el debate sobre las vacunas en Brasil está puesto en el presidente, Jair Bolsonaro, quien se ha mostrado escéptico sobre todas las que se están desarrollando, aunque su gobierno esté negociando para obtenerlas. Dijo que no tiene pensado vacunarse y bromeó con que los efectos secundarios podrían convertir a la gente en cocodrilos o mujeres barbudas.
Este tipo de declaraciones ha dejado “muy dañada” la imagen de Brasil en el extranjero, apuntó a The Associated Press Margareth Dalcolmo, profesora de medicina respiratoria en la Fundación Oswaldo Cruz, también conocida como Fiocruz y que está financiada por el estado.