Paros de la ADP afectan estudiantes en Azua

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Los ya constantes paros de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) en Azua, por la supuesta falta de docentes en varios centros educativos han afectado cerca de 4,000 estudiantes en la región.

Desde hace varias semanas, las aulas de la referida provicia están en silencio, dando paso a la angustia que afecta no solo a la educación, sino también a la vida cotidiana de miles de familias. En Azua, estos paros parciales o totales de profesores ya se han convertido en una triste rutina. Según informes, de cada diez días de clase, tres se pierden por los paros.

La situación ha llegado a tal punto que asociaciones de padres y madres se han visto obligadas a tomar medidas legales. Están exigiendo el regreso a las aulas para evitar que los estudiantes continúen pagando el precio de una lucha sindical que parece no encontrar solución.

La polarización entre los actores clave


La comunidad educativa de Azua está profundamente dividida. Por un lado, la ADP sostiene que la falta de maestros en varias escuelas es la razón de las huelgas. Por otro lado, las autoridades educativas del Ministerio de Educación (MINERD) aseguran que no existe tal escasez y que, de hecho, sobran profesores en algunos centros educativos. Esta disparidad de opiniones genera desconfianza y falta de diálogo. Parece acentuar el sufrimiento de los estudiantes.

«En Azua se están perdiendo más del 30% de la docencia que se tiene que dar», señala Ángel Beltré, presidente de la Federación de Padres de la región. Para los padres y las madres, los paros no son solo una interrupción del proceso educativo. También son una grave amenaza para el futuro de sus hijos. Las aulas vacías, la falta de continuidad en las clases y la incertidumbre sobre el retorno de los maestros generan un clima de desesperación.

El impacto de los paros en los estudiantes y la sociedad


Los datos sobre el desempeño académico de los estudiantes de Azua son preocupantes. Según un informe elaborado por EDUCA, en las pruebas nacionales de 2024, los estudiantes de la región sur, y en particular de Azua, se encuentran por debajo del promedio nacional en materias clave como matemáticas, lengua española, ciencias naturales y sociales. Esta realidad refleja el daño que los paros están causando. No solo en el rendimiento académico de los estudiantes, sino también en las perspectivas de su futuro.

«Sin continuidad en el proceso educativo, no puede haber una educación de calidad. La interrupción constante genera trastornos en el aprendizaje y afecta negativamente a los estudiantes. Especialmente a los de familias más vulnerables», afirma Darwin Caravaggio, director ejecutivo de EDUCA.

A la preocupación académica se suman los efectos sociales y económicos. Muchos niños en Azua dependen de la escuela no solo para aprender, sino también para recibir su único alimento diario. En una región con altos índices de pobreza, la escuela representa un refugio seguro y una fuente esencial de nutrición para miles de menores. La interrupción de clases también está afectando la estabilidad económica de las familias. Estas deben reorganizar sus horarios de trabajo o buscar alternativas para el cuidado de sus hijos.

Un conflicto político que complica la solución


Uno de los aspectos más complejos de la situación en Azua es la presencia de un conflicto político subyacente. La provincia, reconocida por su alto nivel de polarización política, ha visto cómo los paros educativos, en ocasiones, se han instrumentalizado con fines políticos. Los padres de familia y algunos líderes comunitarios como Palosky Alberto Ascensión, presidente de la Junta de Vecinos La Placeta, señalan que las luchas entre las autoridades del MINERD y el sindicato de maestros parecen más una disputa de intereses personales. Para ellos, esto no representa una preocupación real por la educación de los estudiantes.

«Hay un conflicto político que no se puede negar. Mientras los líderes del Ministerio de Educación y la ADP se pelean, los que sufren son los niños», comenta Ascensión. Además, alerta sobre el peligro de que estos niños, si no reciben una educación adecuada, se conviertan en adultos sin las herramientas necesarias para enfrentar los retos de la vida.

Un gasto económico insostenible


El impacto económico de los paros educativos es también significativo. Según el director de EDUCA, el costo de la interrupción del proceso educativo asciende a unos 760 millones de pesos por cada día de huelga a nivel nacional. Esto incluye no solo las clases que no se imparten, sino también los alimentos no consumidos por los estudiantes. Para la región sur, donde se encuentra Azua, esta cifra asciende a casi 200 millones de pesos por cada jornada perdida.

A pesar de este gasto, el sistema educativo sigue mostrando signos de ineficiencia. Las pruebas nacionales revelan que, en la mayoría de las provincias del sur, los estudiantes están por debajo del rendimiento promedio nacional. Sin un sistema educativo que funcione de manera constante, no hay forma de cerrar esa brecha y mejorar la calidad educativa.

La solución parece lejana


A pesar de los esfuerzos de los padres, las autoridades locales y la comunidad en general por encontrar una solución al conflicto, la situación en Azua sigue sin resolverse. Los sindicatos de maestros exigen mejoras en las condiciones laborales y el nombramiento de más personal docente. Mientras tanto, el MINERD asegura que los maestros necesarios ya han sido nombrados y que las huelgas no son justificadas.

El viceministro de Supervisión y Control de Calidad de la Educación, Oscar Amargós, señala que el sistema educativo cuenta con una metodología robusta para evaluar la necesidad de personal docente. Según los informes más recientes, no existe una escasez significativa de profesores en Azua. Sin embargo, el presidente de la seccional de la ADP, Randy Brito, y otros miembros del gremio sostienen que el problema persiste. Consideran que la respuesta del gobierno sigue siendo insuficiente.

Llamado a la unidad


En medio de este clima de tensión y desconfianza, algunas voces claman por un acercamiento entre todas las partes involucradas. El padre Duván López, párroco de la Iglesia Nuestra Señora de los Remedios, hace un llamado a la unidad: «Tenemos que sentarnos a la mesa, escucharnos y ver la realidad que está atravesando Azua en estos momentos. Lo más importante es el futuro de nuestros niños y jóvenes. El tiempo de las peleas políticas debe terminar.»

A pesar de los esfuerzos de algunos sectores por encontrar una solución, la interrupción del proceso educativo en Azua sigue siendo un desafío monumental. Mientras tanto, los estudiantes continúan siendo los más afectados. Están en un escenario donde las soluciones parecen distantes y el dolor se acumula con cada día perdido. La educación en Azua, y en muchas otras regiones del país, sigue siendo una batalla sin fin.


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